sábado, 12 de febrero de 2011

Santuario Nuestra Señora de Araceli. Lucena (Córdoba)


El Santuario de la Virgen de Araceli, de Lucena, ya tiene la categoría de Real, al haber recibido este reconocimiento de Sus Majestades los Reyes de España. El hermano mayor de la Real Archicofradía de María Santísima de Araceli, Antonio Crespillo Guardeño ha informado que este reconocimiento tiene una enorme importancia para el Santuario aracelitano, que a lo largo de los últimos años se ha convertido en una de las principales metas de peregrinación de Andalucía. Crespillo ha señalado que ejemplo de la importancia del mencionado reconocimiento es que en toda Andalucía solamente hay otros dos santuarios considerados como Reales, que son el de la Virgen de la Cabeza, en Andújar y el de la Virgen de la Victoria, en Málaga.
El Santuario se construyó a principios del siglo XVII y fue barroquizado en el siglo XVIII. Destaca su vistosa cúpula y su retablo mayor, tras el cual, se abre uno de los más grandiosos camarines de la provincia que acoge a la Virgen de Araceli. El Santuario consta de dos partes bien diferenciadas: la iglesia con sus dependencias, y la hospedería, donde antaño vivían los capellanes y hermanos sirvientes de Nuestra Señora. Una escalinata conduce desde la explanada exterior hasta la iglesia que ostenta una sencilla fachada de piedra con tres arcadas de medio punto con cierres de forja, siendo la central, la puerta de acceso al pórtico. Cuenta asimismo con una espadaña angular y dos huecos para campanas. Los canteros Juan Navajas y Toribio de Bada fueron los artífices de estos elementos arquitectónicos.
Desde el pórtico se accede al templo a través de una portada de jaspes polícromos, rojos, blancos y negros, muy en la tradición artística dieciochesca del sur de la provincia de Córdoba.
La iglesia es de planta basilical con tres naves cubiertas con bóveda de medio cañón; la central, decorada con pinturas al fresco de motivos barrocos en azul, blanco y dorado, se separa de las laterales mediante tandas de arcos sobre columnas dóricas de jaspe de la propia Sierra de Aras; sobre las columnas se hallan pinturas con efigies de doctores de la Iglesia o santos especialmente devotos de la Virgen.
En el arco toral, sobre una bancada de elaborados jaspes rojos, una magnífica verja realizada en 1746 por el artesano local Antonio García, con el bronce de los cañones del castillo de Aguilar, separa la nave del crucero. Éste se centra con una magnífica cúpula semiesférica, prolijamente decorada con yeserías de motivos vegetales, entre los que aparecen angelitos y símbolos marianos que se extienden por los propios pilares que la sustentan, por las pechinas, y por la bóveda del presbiterio. La labor de talla de esta obra fue realizada por el artista natural de la ciudad malagueña de Antequera Antonio de Rivera en 1722. El Santuario cuenta con tres retablos.
El principal, que sirve de fondo al altar mayor y enmarque a la imagen de Nuestra Señora, y dos laterales, en los brazos del crucero.
El retablo principal, de madera tallada, dorada y policromada, fue realizado en 1695 por el maestro montillano Acisclo Manuel Muñoz, con la colaboración de Francisco Hurtado Izquierdo, Leonardo Antonio de Castro y Jerónimo y Teodosio Sánchez de la Rueda, todos ellos figuras destacadísimas del barroco andaluz. Consta de dos cuerpos, el principal con una sola calle en cuyo centro, enmarcada por bellas columnas salomónicas decoradas con pámpanos, se encuentra la embocadura del camarín de la Virgen. Un entablamiento, partido en múltiples secciones, con un espléndido broche central de talla, da paso al remate, de medio punto, con un lienzo que representa al Espíritu Santo entre cabezas de ángeles, todo ello centrado entre un frontón partido e involutado.
En los muros laterales del presbiterio dos grandes y bellísimos marcos de talla dorada, bajo sendos pabellones, muestran los lienzos de la Natividad y la Epifanía, ambos del pintor y arquitecto lucentino Leonardo Antonio de Castro y Hurtado.
Los retablos laterales son de menor categoría. Ejecutados en torno a 1735 probablemente por Francisco José Guerrero, están advocados a San José y a Santa Bárbara.
La antesacristía está presidida por un lienzo que representa una de las caídas de Jesús, ante María y San Juan; frente a él, en una hornacina, se encuentra un busto del historiador lucentino y devoto aracelitano don Fernando Ramírez de Luque.
La sacristía conserva una magnífica cajonera de nogal, tallada en 1714 por Martín de Luna, así como diversos lienzos al óleo entre los que destacan un Ecce Homo y un San Onofre, ambos del siglo XVII; asimismo, dentro de una urna, una bella imagen de Nuestra Señora del Tránsito, del siglo XIX, procedente del convento de Santa Clara.
Desde la antesacristía, a través de una puerta de magnífica labra, que preside la imagen de un Cristo de la Expiración se accede al antecamarín, repleto de exvotos que testimonian algunos de los favores logrados por intercesión de Nuestra Señora. Preside este ámbito, en un altar portátil de delicada talla barroca y espejos embutidos, un lienzo de Jesús Crucificado, obra de Leonardo Antonio de Castro.
Una puerta, decorada con delicadas tallas de carácter vegetal, da acceso a la pieza del camarín de la Virgen, dividido en dos partes cupuladas y separadas por un arco toral.
La parte anterior es la más antigua. Fue construida en los años finales del siglo XVII y alberga bajo su cúpula ovalada la imagen de María Santísima de Araceli, alzada sobre un trono de talla dorada y jaspe, con ángeles turiferarios y querubines, que al igual que los ángeles lampadarios que se encuentran en las cuatro esquinas de la pieza, son obra del escultor y retablista local Pedro de Mena y Gutiérrez.